Tango – Treinta años y Troilo sigue en el recuerdo

Se cumple el aniversario de su muerte

«La calle es el mejor lugar de todos. En la calle se aprende a vivir. Todo lo que aprendí, lo poco y extraño que aprendí, lo aprendí en la calle», dijo alguna vez Aníbal Troilo y la frase descifra parte de esa mítica bohemia que rodeó la vida del bandoneonista hasta su muerte el 18 de mayo de 1975.

Pero el recuerdo de «Pichuco», que sobrevive en su obra y en el mito de su fueye, se mantiene intacto. El libro de Gustavo Nahmías, editado por Norma, que acaba de aparecer en coincidencia con el aniversario, reinterpreta su vida en una biografía novelada, donde la ficción y el documento histórico se cruzan todo el tiempo.

Nahmías recupera la atmósfera y las sensaciones del músico a partir de la ficción, y desde ese punto de vista recrea el pensamiento, las acciones y hasta las declaraciones del compositor de clásicos fundamentales del género ciudadano, que puede llegar a generar algún resquemor en sus seguidores. También hace un repaso por sus admirados maestros Bardi y Gobbi, que influenciaron decididamente su estilo orquestal, sobrevuela su incondicional amor por su mujer, Zita, y recrea los tiempos en que pasó de ser el bandoneonista de la primera orquesta de señoritas de Buenos Aires a integrar las primeras filas de las legendarias agrupaciones de Vadaro, Ciriaco Ortiz, Juan Carlos Cobián y Julio De Caro.

Desde su vida cotidiana, su lucha con el whisky, los caballos, la noche y el culto a la amistad y el barrio traza los rasgos de este porteño, nacido el 11 de julio de 1914, que desarrolló una carrera mítica que condensó en más de cuatrocientas grabaciones y dejó una obra clásica con temas como «Responso», «La trampera», «María», «Garúa», «Barrio de tango», «Sur», «Che, bandoneón», «Una canción», «La última curda», «Mi tango triste», «Toda mi vida» y «Pa ´ que bailen los muchachos», entre otros.

El aniversario también dará la posibilidad de acercarse al misterio de su fueye. En estos días de recuerdo, Sadaic homenajeará al maestro Aníbal Troilo exhibiendo uno de los cuatro bandoneones utilizados por «Pichuco» durante sus conciertos. El bandoneón fue donado por el maestro Raúl Garello al Museo Mundial del Tango y se podrá visitar del 16 al 20 de mayo en el hall central de Sadaic, Lavalle 1547, de 10 a 15. Una forma de acercarse a uno de los instrumentos con los que construyó esa sinfonía legendaria de Buenos Aires.

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