El error de cálculo de Galvin en Morotola y dificultades

Dejarse comer el mercado de móviles por Nokia fue el mayor traspié del dimitido presidente del grupo tecnológico.

Cuando Chris Galvin se puso al frente de Motorola en enero de 1997, entre una caída continuada de los beneficios, admitió que la empresa estaba en dificultades, pero añadió que â??no hay planeados grandes cambiosâ?. Ese comentario puede servir como epitafio para la dirección de Galvin, que anunció el viernes su dimisión como presidente y consejero delegado de la compañía de equipos de telecomunicaciones.

Aunque la empresa ha estado en una situación de reestructuración permanente desde su llegada, no se ha embarcado en un replanteamiento estratégico de la estructura del grupo.

Para una empresa cuya reputación se basó en la introducción de nuevas tecnologías, la trayectoria de Galvin ha supuesto un declive. En los teléfonos móviles, ha cedido cuota de mercado a rivales como Nokia y Samsung. A finales de la década de 1990, por ejemplo, Motorola se centró en la fabricación de terminales caros, mientras que Nokia se dirigía al mercado masivo, y no supo ver que la demanda se movía por el diseño, no solo por la ingeniería.

Los resultados de ese error han sido desastrosos. Cuando Galvin fue nombrado presidente de Motorola, la compañía tenía una cuota del 26%. Según un informe de este mes de Gartner, la firma de análisis de mercado, la cuota global hasta el 14,6%.

Motorola ha hecho progresos en la simplificación de su proceso manufacturero de móviles y en la reducción de la pérdida de cuota, pero todavía se enfrenta a problemas relacionados con el lanzamiento de productos. Sus teléfonos con pantallas a color y cámaras incorporadas llegaron tarde al mercado. Las ventas de la división de móviles disminuyeron un 13% en el último trimestre, hasta 2.300 millones de dólares (2.015 millones de euros). Además, Motorola corre el riesgo de perder su posición de liderazgo en el mercado chino.

La segunda división más importante de Motorola, la de semiconductores, ha seguido una estrategia de retirada.

Mientras que muchas empresas de chips han optado por invertir en la próxima generación de fábricas a fin de mejorar la eficacia de la producción, Motorola se ha retirado de la fabricación y ha dirigido su negocio a conceder licencias para su tecnología de chips.

Pero la filial siguió perdiendo mucho dinero después del cambio, ante la dura competencia de Texas Instruments y Qualcomm. En el primer semestre de 2002 los números rojos ascendieron a 1.500 millones de dólares, y en la primera mitad de este año sumaron otros 246 millones. Lo más preocupante para el futuro fue que los pedidos del segundo trimestre disminuyeron un 23%.

El dilema de los chips
Aunque los analistas han pedido a Motorola que abandone el negocio de chips, o que busque una alianza, Galvin ha defendido los beneficios de mantener un conglomerado tecnológico. Prefería que Motorola se esforzara en arreglar esa división, en vez de venderla. Con su partida, este planteamiento podría cambiar.

Galvin avanzó en la reducción de costes. Recortó unos 56.000 empleos, un tercio del total, y rebajó el nivel de facturación necesario para no perder dinero en una cuarta parte.

La compañía que deja tiene una liquidez de 6.000 millones de dólares. Pero las mayores críticas que ha recibido Galvin fueron por prometer que la salida del túnel estaba cerca, pero en vez de eso siempre aparecían nuevos gastos extraordinarios y revisiones de resultados, desde los 1.900 millones de junio de 1008, hasta los 3.500 millones anunciados en junio de 2002.
Dejarse comer el mercado de móviles por Nokia fue el mayor traspié del dimitido presidente del grupo tecnológico.

Cuando Chris Galvin se puso al frente de Motorola en enero de 1997, entre una caída continuada de los beneficios, admitió que la empresa estaba en dificultades, pero añadió que â??no hay planeados grandes cambiosâ?. Ese comentario puede servir como epitafio para la dirección de Galvin, que anunció el viernes su dimisión como presidente y consejero delegado de la compañía de equipos de telecomunicaciones.

Aunque la empresa ha estado en una situación de reestructuración permanente desde su llegada, no se ha embarcado en un replanteamiento estratégico de la estructura del grupo.

Para una empresa cuya reputación se basó en la introducción de nuevas tecnologías, la trayectoria de Galvin ha supuesto un declive. En los teléfonos móviles, ha cedido cuota de mercado a rivales como Nokia y Samsung. A finales de la década de 1990, por ejemplo, Motorola se centró en la fabricación de terminales caros, mientras que Nokia se dirigía al mercado masivo, y no supo ver que la demanda se movía por el diseño, no solo por la ingeniería.

Los resultados de ese error han sido desastrosos. Cuando Galvin fue nombrado presidente de Motorola, la compañía tenía una cuota del 26%. Según un informe de este mes de Gartner, la firma de análisis de mercado, la cuota global hasta el 14,6%.

Motorola ha hecho progresos en la simplificación de su proceso manufacturero de móviles y en la reducción de la pérdida de cuota, pero todavía se enfrenta a problemas relacionados con el lanzamiento de productos. Sus teléfonos con pantallas a color y cámaras incorporadas llegaron tarde al mercado. Las ventas de la división de móviles disminuyeron un 13% en el último trimestre, hasta 2.300 millones de dólares (2.015 millones de euros). Además, Motorola corre el riesgo de perder su posición de liderazgo en el mercado chino.

La segunda división más importante de Motorola, la de semiconductores, ha seguido una estrategia de retirada.

Mientras que muchas empresas de chips han optado por invertir en la próxima generación de fábricas a fin de mejorar la eficacia de la producción, Motorola se ha retirado de la fabricación y ha dirigido su negocio a conceder licencias para su tecnología de chips.

Pero la filial siguió perdiendo mucho dinero después del cambio, ante la dura competencia de Texas Instruments y Qualcomm. En el primer semestre de 2002 los números rojos ascendieron a 1.500 millones de dólares, y en la primera mitad de este año sumaron otros 246 millones. Lo más preocupante para el futuro fue que los pedidos del segundo trimestre disminuyeron un 23%.

El dilema de los chips
Aunque los analistas han pedido a Motorola que abandone el negocio de chips, o que busque una alianza, Galvin ha defendido los beneficios de mantener un conglomerado tecnológico. Prefería que Motorola se esforzara en arreglar esa división, en vez de venderla. Con su partida, este planteamiento podría cambiar.

Galvin avanzó en la reducción de costes. Recortó unos 56.000 empleos, un tercio del total, y rebajó el nivel de facturación necesario para no perder dinero en una cuarta parte.

La compañía que deja tiene una liquidez de 6.000 millones de dólares. Pero las mayores críticas que ha recibido Galvin fueron por prometer que la salida del túnel estaba cerca, pero en vez de eso siempre aparecían nuevos gastos extraordinarios y revisiones de resultados, desde los 1.900 millones de junio de 1008, hasta los 3.500 millones anunciados en junio de 2002.
Dejarse comer el mercado de móviles por Nokia fue el mayor traspié del dimitido presidente del grupo tecnológico.

Cuando Chris Galvin se puso al frente de Motorola en enero de 1997, entre una caída continuada de los beneficios, admitió que la empresa estaba en dificultades, pero añadió que â??no hay planeados grandes cambiosâ?. Ese comentario puede servir como epitafio para la dirección de Galvin, que anunció el viernes su dimisión como presidente y consejero delegado de la compañía de equipos de telecomunicaciones.

Aunque la empresa ha estado en una situación de reestructuración permanente desde su llegada, no se ha embarcado en un replanteamiento estratégico de la estructura del grupo.

Para una empresa cuya reputación se basó en la introducción de nuevas tecnologías, la trayectoria de Galvin ha supuesto un declive. En los teléfonos móviles, ha cedido cuota de mercado a rivales como Nokia y Samsung. A finales de la década de 1990, por ejemplo, Motorola se centró en la fabricación de terminales caros, mientras que Nokia se dirigía al mercado masivo, y no supo ver que la demanda se movía por el diseño, no solo por la ingeniería.

Los resultados de ese error han sido desastrosos. Cuando Galvin fue nombrado presidente de Motorola, la compañía tenía una cuota del 26%. Según un informe de este mes de Gartner, la firma de análisis de mercado, la cuota global hasta el 14,6%.

Motorola ha hecho progresos en la simplificación de su proceso manufacturero de móviles y en la reducción de la pérdida de cuota, pero todavía se enfrenta a problemas relacionados con el lanzamiento de productos. Sus teléfonos con pantallas a color y cámaras incorporadas llegaron tarde al mercado. Las ventas de la división de móviles disminuyeron un 13% en el último trimestre, hasta 2.300 millones de dólares (2.015 millones de euros). Además, Motorola corre el riesgo de perder su posición de liderazgo en el mercado chino.

La segunda división más importante de Motorola, la de semiconductores, ha seguido una estrategia de retirada.

Mientras que muchas empresas de chips han optado por invertir en la próxima generación de fábricas a fin de mejorar la eficacia de la producción, Motorola se ha retirado de la fabricación y ha dirigido su negocio a conceder licencias para su tecnología de chips.

Pero la filial siguió perdiendo mucho dinero después del cambio, ante la dura competencia de Texas Instruments y Qualcomm. En el primer semestre de 2002 los números rojos ascendieron a 1.500 millones de dólares, y en la primera mitad de este año sumaron otros 246 millones. Lo más preocupante para el futuro fue que los pedidos del segundo trimestre disminuyeron un 23%.

El dilema de los chips
Aunque los analistas han pedido a Motorola que abandone el negocio de chips, o que busque una alianza, Galvin ha defendido los beneficios de mantener un conglomerado tecnológico. Prefería que Motorola se esforzara en arreglar esa división, en vez de venderla. Con su partida, este planteamiento podría cambiar.

Galvin avanzó en la reducción de costes. Recortó unos 56.000 empleos, un tercio del total, y rebajó el nivel de facturación necesario para no perder dinero en una cuarta parte.

La compañía que deja tiene una liquidez de 6.000 millones de dólares. Pero las mayores críticas que ha recibido Galvin fueron por prometer que la salida del túnel estaba cerca, pero en vez de eso siempre aparecían nuevos gastos extraordinarios y revisiones de resultados, desde los 1.900 millones de junio de 1008, hasta los 3.500 millones anunciados en junio de 2002.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

La moderación de comentarios está activada. Su comentario podría tardar cierto tiempo en aparecer.